La terapia celular para mejorar el corazón
( Publicado en Revista Creces, Mayo 2004 )

Se comienza a ensayar en humanos la terapia celular para recuperar corazones dañados, después de promisorios resultados en la investigación en animales.

Los cardiólogos han cifrado grandes esperanzas en esta nueva tecnología, que consiste en tomar células, generalmente del mismo paciente, y suministrarlas a su corazón enfermo. Por lo menos ya hay unos doce ensayos clínicos en pleno desarrollo. Estos se comenzaron en el año 2000 en Francia y el 2001 en Alemania, con una mezcolanza de técnicas, de tipos de células usadas y de pacientes, por lo que se hace difícil sacar conclusiones definitivas. En algunos casos se inyectan células directamente en el corazón, en otros administran drogas potencialmente peligrosas para forzar a la medula ósea a expulsar células madres (stem cells) al torrente sanguíneo. Si bien es cierto que los resultados hasta ahora no han sido claros, los médicos tratantes afirman que han visto beneficios, aunque no saben por qué. Cuando esta terapia comenzó, se pensaba que estas nuevas células se transplantarían al corazón, donde se desarrollarían, reemplazando a las dañadas. Pero ahora parece que el mecanismo beneficioso sería otro.

Sin embargo muchos cardiólogos temen que sea un entusiasmo pasajero que termine como la terapia génica, en que un paciente de 18 años falleció después de recibir una infusión de virus transportadores de genes correctos (Realidad y ficción de la terapia) y con ello se paralizó la continuidad de estos estudios. Potencialmente su uso pudiese ser peligroso. Ya se ha observado cuatro enfermos en Francia que sometidos a esta terapia de células, han desarrollado graves arritmias, un problema que se sabe que es frecuente en la insuficiencia cardíaca. Frente a estos temores, el Food and Drug Administration de Washington, ha invitado recientemente a diversos expertos mundiales para reunirse a discutir la técnica, sus promesas y sus riesgos.


Un poco de historia

El interés del trasplante de células para pacientes cardíacos nació de un trabajo realizado en ratas. Un equipo de científicos dirigidos por Donald Orlic del National Human Genome Research Institute en Bethesda, publicó una sorprendente observación: cuando en el corazón de lauchas que sufrían ataques cardíacos inducidos inyectaron células de la médula ósea, ricas en células troncales, aparentemente se multiplicaron y ayudaron a reparar el daño del músculo cardíaco. Varios otros estudios en ratas y lauchas también parecían confirmar que dándoles a los animales un cocktail de células de la médula ósea, parecían mejorar la función cardíaca.

Los especialistas del corazón inmediatamente se entusiasmaron con las posibilidades de esta nueva tecnología. Bodo Eckhard Strauer y sus colaboradores de la Universidad de Dusseldorf en Alemania, se atrevieron a infundir células de la médula ósea en el corazón de pacientes. El 25 de mayo de 2001, se las administraron al primer paciente. Los médicos habían colocado un catéter para desbloquear los vasos del corazón y cerca de un tercio de su corazón ya había sufrido tal falta de oxígeno que era muy poco probable que se recuperara del daño. Por el mismo catéter colocaron las células de su propia medula ósea. Diez semanas más tarde, observaron que había disminuido en un tercio el área mas afectada del corazón del paciente y que había mejorado la capacidad de bombeo, pero sin alcanzar la normalidad.

Luego con igual técnica, dos grupos de investigadores iniciaron nuevos ensayos clínicos. Un grupo dirigido por, Andreas Zehier de la Universidad de Frankfurt, en un ensayo inicial, trató 34 pacientes, mientras que en la Universidad de Hannover, Helmut Drexler inició otra experiencia en que 30 pacientes recibieron células de médula ósea y lo compararon con otros 30 que recibieron el tratamiento estándar. Los primeros resultados sugieren que el tratamiento con células troncales, recupera entre el 5 al 30% de la capacidad de bombeo del corazón y que al mismo tiempo no se han visto complicaciones atribuibles a él.

Pero el camino se ha hecho más difícil con una segunda estrategia que han ensayado los médicos franceses. Ellos han transferido células musculares inmaduras directamente al músculo cardíaco. El 15 de Junio del 2000, Philippe Menasché y sus colaboradores del Hospital Georges Pompidou de París, trataron con esta técnica a un paciente de 76 años al que se le estaba sometiendo a un bypass. Se le inyectó las células musculares inmaduras directamente en el tejido muscular. Más tarde se repitió este mismo ensayo a otros tres pacientes, pero tuvieron la desagradable sorpresa que uno después de otro, fueron desarrollando arritmias, una condición potencialmente fatal en la que el corazón falla en sus contracciones. Algunos creen que estas nuevas células musculares se contraen a destiempo con respecto a sus vecinas. Los cuatro pacientes requirieron de una nueva cirugía, para implantarles un desfibrilador.


Como actuarían las células

La verdad es que los cardiólogos no se atreven a decir cómo actuarían estas nuevas células. "Hay demasiada gente tratando de realizar ensayos clínicos, sin que se sepa cuál es el mecanismo por el cuál estas células pueden ser útiles", dice Silviu Itescu de la Universidad de Columbia en Nueva York.

Al principio se creía que las nuevas células actuaban ayudando a formar nuevas células musculares, llamadas cardiomiocitos. Sin embargo los experimentos en animales (lauchas) demuestran que no se producen nuevos miocitos (Science, Abril 9 del 2004, pág. 192). Ya algunos clínicos no creen que la terapia de células contribuya a formar nuevas masas musculares. Más bien piensan que las células injertadas podrían estimular la producción de vasos sanguíneos o de factores de crecimiento, mejorando así la función de reparación natural del tejido muscular.

Ahora se espera ensayar otro tipo de células que pudieran tener mayor potencial. Una de ellas son las células mesenquimáticas (MSCs), que son células precursoras de hueso, de músculo y de otros tejidos mesenquimáticos. Joshua Hare de la Universidad de John Hopkins las ha estado ensayando en cerdos a los que se ha inducido ataques cardíacos y encuentran que la función cardíaca de los animales vuelve a lo normal (ver figura).

También se espera ensayar células embriónicas troncales. Al menos en cultivos, forman nódulos de células pulsantes, presumiblemente células musculares cardíacas, que se contraen al unísono. Sin embargo algunos temen que se puedan diferenciar hacia otros tejidos. "No sería bueno que se desarrollara hueso en el medio del músculo cardíaco" dice Itescu.


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